Vuelve Riddick, el furyano
favorito de todos, con esta tercera entrega que retoma el estilo de
la Pitch Black fundacional. Las presiones de un gran estudio
como Universal llevaron al director a embarcarse con Las Crónicas de Riddick en una space opera
de grandes proporciones que nunca terminó de satisfacerlo. Twohy
siempre afirmó querer regresas a las raíces, a una historia de
superviviencia , monstruos temibles y pocos personajes. Y en esta
tercera entrega es precisamente lo que nos ofrece.
Riddick se
convierte en un retorno a la ciencia ficción más básica, más
dura, más salvaje si se prefiere, que tantas estanterías de
videoclub llenó en los años ochenta. Un puñado de tipos duros,
carismáticos todos, armados de grandes ametralladoras, abandonados
en un inhóspito planeta luchando por sobrevivir contra oleadas de
criaturas alienígenas con aviesas intenciones. Es, en otras
palabras, el Depredador
del nuevo milenio. Una cinta de acción y aventuras construida sobre
la base de la arrolladora personalidad no solo de su protagonista
sino de un escuadrón de mercenarios intergalácticos que se ganan la simpatía del
espectador. Especial atención a los personajes del español Jordi
Mollá, un inconmensurable Dave Bautista y una enorme Katee Sackhoff
que gracias a los ingeniosos y siempre afilados diálogos de Twohy
consiguen mantenernos con la sonrisa en la cara (incluso soltar
alguna que otra carcajada) entre una secuencia de acción y la
siguiente. En el lado negativo hay que reseñar que la película cae en ese abismo al que parecen abocadas todas las producciones recientes en el que el guión presenta ciertos deslices, trampas o agujeros para poder hacer avanzar la acción, recurriendo al argumento del "porque sí" cuando habrían sido facilmente salvables puliendo un poco el guión. Una verdadera lástima porque son esos pequeños detalles los que la alejan de ser una obra mucho más redonda.
No
es probablemente Riddick
una película para todos los paladares, menos aún para aquellos que
viven agradablemente acomodados en el reino de lo políticamente
correcto. Riddick es
diversión sin complejos y se agradece. Disfrutamos de la más
salvaje y entretenida lucha por la superviviencia en imposibles
paramos interplanetarios a ritmo de sangre, acción y machadas. El
matón de las galaxias ha vuelto. Los hombres le temen, las mujeres
le desean y el espectador no puede sino agradecer el retorno de un
cine de entretenimiento honesto y directo que no rinde cuentas ante
nadie.
8 mercenarios sobre 10
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