09 agosto 2013

PACIFIC RIM: EL MAYOR ESPECTÁCULO DEL MUNDO





                Muchas dudas despertaba el último megaproyecto del siempre eficiente Guillermo del Toro. Robots gigantes contra enormes monstruos ¿Podía salir algo bueno de allí? ¿Nos tendríamos que contentar con el enésimo clon de Transformers? Nada más lejos de la realidad. Del Toro vuelca todas sus filias en un cocktail difícil de rechazar. Porque Pacific Rim no solo resulta el blockbuster más espectacular  de la década sino que ofrece mucho cine y de calidad. Guillermo Del Toro no oculta sus múltiples referencias sino que las convierte en el pilar central sobre el que sostiene un espectacular circo de tres pistas que desea que contemplemos en todo su esplendor. No se contenta, como la gran mayoría de superproducciones de medio pelo de los últimos años, con mostrar un batiburrillo de acero digital apenas atisbado bajo una esquizofrénica cámara (el gran mal de nuestros días). Una excelente dirección que consigue desbordar la pantalla gracias a sus imaginativas composiciones de plano y a una bellísima fotografía a cargo de Guillermo Navarro, una banda sonora que consigue que tu corazón lata al ritmo de los combates, que eleva la épica de la historia hasta niveles insospechados gracias a una inspiradísima mezcla de sonido que te permite vibrar con los encontronazos robóticos sin que se diluya la música que la acompaña. Y, por supuesto, unos efectos especiales que sencillamente, deslumbran. Aunque todo quedaría en agua de borrajas sin unos actores que se ganaran nuestro interés y nadie sabe mejor de esto que Idris Elba, quien desborda carisma en cada gesto y épica en cada discurso, eclipsando a todo el que se atreve a compartir plano con él.

                No nos engañemos, Pacific Rim no busca ser la película oscarizable de esta temporada. Su meta es sencilla, que no simple: convertirse en un gigantesco divertimento sin complejos y a fe que lo consigue. La historia, aun predecible, resulta épica, emotiva y, sobre todo, divertida, narrada magníficamente y engarzada por una colección de escenas de acción que nos dejarán preocupados por intentar recuperar la respiración tras cada una de ellas. Porque Pacific Rim, por encima de todo, es un monstruoso collage de escenas de acción que harían palidecer a las más grandes del género. Algunos de los enfrentamientos entre jaegers y kaijus son tan épicos, tan exquisitamente tratados, con tal sentido de la épica que no será difícil encontrarnos regocijándonos en nuestras butacas como si fuéramos de nuevo niños de siete años. Y no es casualidad. El director conocía perfectamente el material que tenía entre manos, sabía perfectamente dónde colocar la cámara en cada momento para captar el más memorable fotograma, dónde elevar la música, dónde asestarnos el golpe emocional con triunfales discursos. Del Toro habla directamente a nuestro yo más íntimo, maneja los resortes que nos hacen gritar “guau” en mitad de una sala de cine y durante dos horas nos invita al mejor espectáculo del mundo. Una combinación de ciencia ficción, acción, humor y aventura que nos dejará sin aliento, nos emocionará, nos hará saltar de los asientos y por lo que solo podemos decir: gracias, Guillermo.

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