15 febrero 2013

LA JUNGLA 5, ESPECTADOR 0



     Llega a nuestras carteleras La Jungla, un buen día para morir, una película con un título profético, con un consejo implícito que el director no ha sabido aplicarse. 

     Vaya por delante que soy un gran fan del cine en general, del cine de acción, de Bruce Willis y por supuesto de la saga Die Hard. Esta película (vamos a llamarla así) no contentará a los aficionados a ninguno de esos campos. 


     20th Century Fox es célebre por conseguir franquicias y convertirlas en películas truñíferas con una facilidad pasmosa. Elektra o Drabonball Evolution son dos perfectos ejemplos de sus quehaceres. A una de sus franquicias estrellas, X-Men, le dió un toque que la dejó medio tonta (X-Men 3) y después la remató para que no sufriera con X-Men Origenes Lobezno, un despropósito guionizado (es un decir) por un tal Skip Woods. Pues bien, había llegado la hora de destrozar otra franquicia, tal vez el buque insignia del cine de entretenimiento de la compañía y una de las sagas de acción más queridas por el público. Si vamos a hacer algo hagamoslo bien, pensaron en Fox, traigamos a aquel genio que perpetró Lobezno. Y ni cortos ni perezosos pusieron en manos de Skip Woods la nueva entrega de la franquicia. Con un guionista con graves deficiencias ya en el proyecto buscaron director y quién mejor que el tuercebotas de John Moore, un señor al que solo le dejan dirigir una película cada tres o cuatro años para dejar que la audiencia se recupere (sus últimas películas son joyas como Max Payne, el remake de La Profecía y el remake de El vuelo del Fénix).  Moore, decidido a romper su imagen de incompetente decide unirse a esa moda (rancia ya) de directores que como no saben imprimir ritmo ni emoción a sus películas deciden recurrir al sufrido "atamos la cámara al rabo de un gato, tiramos un petardo y lo que se rueda, bien está".  Así somos (mareados) testigos de como el operador de cámara con espasmos nos no-muestra persecuciones, escenas intensas..y hasta usan el recurso para mostrar a los personajes quietos de pie en la acera. Si Cloverfield os hizo marearos el primer tramo de La Jungla 5 os hará tomar biodramina.

     Pero dejemos de lado al incompetente director, al nefasto guionista y al horrendo productor (sorpresa! el productor es el guionista) y entremos en harina. Ya os aviso que voy a soltar muchos spoilers, libres sois de seguir leyendo y chafaros los multiples, sorpresivos y para nada esperados giros de la historia (risas)

     La peregrina trama de esta nueva jungla gira en torno a John McClane Jr, una suerte de Jason Bourne de baratillo que ha sido encarcelado en Rusia por asesinar a un tipo. Viajamos a Nueva York donde un viejo John McClane habla con un compañero muy dramaticamente, el compi le informa de que su hijo ha sido encontrado y que es algo peor que haberlo encontrado muerto ¡ha sido detenido por la policia! (sabemos que cualquier padre prefiere ver muerto a su hijo antes que un calabozo). Así que ni corto ni perezoso (bueno, perezoso se le ve toda la película) el bueno de Bruce Willis (vamos a dejar de llamarle McClane porque poco tiene de él) se monta en un avión rumbo a Moscú a salvar a su hijo. ¿Cómo? Ni puta idea. Se va a Rusia sin saber idiomas, ni llevar abogados ni haber contactado con la embajada ni nada a sacar a su hijo de la carcel. Cuando llega se hace amigo de un taxista en una ridícula escena y acto seguido llega al juzgado donde van a juzgar a su hijo. De repente la pantalla explota, malos (masillas más bien) aparecen por todas partes y el bueno del hijo escapa llevandose al otro juzgado, un importante preso político. Cuando van a huir en una furgoneta aparece Willis en plan "pero qué haces? anda baja de ahi que te vas a hacer daño, qué chiquillo este". Pero los malos aparecen y comienza la persecución de coches más mareante, ridícula, absurda y larga de la historia del cine. Y hasta aquí llega el guión. Lo que sigue es un desproposito tras otro, escenas de tiroteos horrendas intercaladas con dialogos que solo provocan vergüenza ajena y todo acompañado por el perenne temblor del operador de cámara.

     Miguel Ángel exagera, estais pensando, el carisma de John McClane es a prueba de bombas. Lo sería si el personaje hiciera acto de aparición en algún momento. El guión parece de otra película, como si fuera un viejo guión rechazado para un clon de videclub de Bourne que en el útlimo momento decidieron rescatar incorporando al personaje de Bruce Willis. Y se nota. Mucho. El bueno de Bruce está por allí como quien no quiere la cosa, no tiene practicamente ni un solo dialogo en toda la película, tan solo va soltando lo que el guionista cree que son chascarrillos que tan solo son bobadas machaconas y sin sentido (hasta ocho veces llega a repetir frases del tipo "pero si estoy de vacaciones"...lo cual sería gracioso si estuviera de vacaciones).  La trama como digo es una de espias casposos en rusia y Willis va al trote cochinero tras ellos soltando tontadas muy de tanto en tanto. Llega un momento que, como un conocido capítulo de Padre de Familia, parece que a Willis le añadieron digitalmente tras el rodaje para que le diera empaque a la película.

     Y sin McClane que nos queda? Pues unos villanos a medio camino entre la risa, la pena y la vergüenza. Uno de los malosos principales se dedica a comer zanahorias (!) y bailar claqué delante de sus prisioneros (!!). La otra se dedica a aparecer en pantalla, abrirse el escote-raja de la falda-escote nuevamente y desaparecer. Y el tercer villano, el "sorprendente" villano final es un señor mayor que no tiene ni media hostia.

     Ni guión, ni McClane, ni villanos a la altura. Acción tendrá. De pena. La cacareada persecución de coches del principio de la película (y que dura hasta mitad de la película, no es broma) es una tortura de aburrimiento con insertos de la cara del malo en temblequeante primer plano diciendo cosas como "ahiva dios!" "joder, qué pasa" y cosas así. Si recordais los dialogos de Dos Caras en Batman & Robin os hareis una idea. La otra gran secuencia de acción de la película es el clímax ¿donde? ¡¡¡En chernobyl!!!! Van a robar un banco a Chernobyl, los malos con trajes antiradiación, los buenos en camiseta, con dos cojones. Pero no pasa nada, porque de pronto sacan un espray a lo Cillit Bang y la radiación de todo Chernobyl se va en un bang. El climax ya es desopipante. Los tios buenos tienen que entrar en el banco radioactivo que está rodeado por cientos de enemigos. Gracias a la magia del montaje se acercan al banco...y entran sin que haya malos en ninguna parte. Una vez dentro los malos alrededor del banco reaparecen. Se ve que los McClane aprovecharon algún tipo de bug. Una vez dentro son testigos de los planos del villano y los que sois fans de La Historia de Ricky no podreis evitar recordar ese célebre momento de "cabrones! cultivabais opio!!" Aquí no cultivan opio, sino que roban uranio (mala gente). Se pegan cuatro tiros mal pegados y llega la hecatombe. No la hecatombe nuclear. La Hecatombe de la saga.

     Y es que la película puede ser horrenda, puede tener una fotografia terrible, una dirección de actores inexistente, una planificación desmadrada, un guión apenas esbozado. Cualquiera, y digo cualquiera, sabe que el momento álgido de todas las entregas de Jungla de Cristal es el momento Yippi Kay Yay, John apunta al malo, lo dice, y se lo carga. Fin. Hasta en eso fracasan miserablemente. Primero porque Willis no se enfrenta al malo principal sino a la secuaz con tetas. Segundo porque le dice su mítica frase como un cuarto de hora antes de que la zagala caiga muerta y además se muere de madura más que por acción de McClane. Y tercero porque la frase graciosa, la machada, el chascarrillo es el propio "yippi kay yay". Aquí el guionista rizando el rizo hace que diga una machada, seguida de la machada del yippi kay yay" lo cual no solo le resta fuerza sino que hace que quede rídiculo. Casi esperé que continuara el monólogo diciendo frases de otras películas al estilo "ha sido revocada" "me tenías con el hola" o "tusha cree tuyo pueblo va a morir". Más allá de eso poco más, pateticos intentos de meter escenas sentimentales entre padre e hijo y un inexplicable plano final meloso del papá con sus hijos en el que Mary Elizabeth Winstead nos indica el tamaño de algo con sus manos. Dejo a la divertida imaginación de cada uno lo que la muchacha intenta explicarnos.

     En fin, huid de ella como de la peste, haceros a la idea de que La Jungla tiene solo tiene 4 partes (+ 1 si contamos a ese apócrifo y genial  McClane que fue Joe Hallenback en El último boy scout) y ni se os ocurra acercaros siquiera cerca del cine que proyecte esta película. A John Moore y a Skip Woods solo decirles que lo han conseguido, hoy me ha parecido un buen día para morir.

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